martes, 9 de agosto de 2011

Now We Are Free

Esta mañana he despertado en otro lugar. Un lugar cálido en el que las paredes están impregnadas de mil y un recuerdos, la mayoria felices y hermosos. Ese lugar donde he vivido gran parte de mi infancia, donde hemos jugado hasta cansarnos, donde hemos desafiado al miedo y hemos asustado a los gatos, donde hemos corrido aventuras increíbles a base de fuertes dosis de imaginación e inocencia. Al abrir la puerta huelo ese olor inconfundible y agradable característico de la casa, por el pasillo todavía me parece oír las interminables historías de miedo que contabamos sin cesar.
Miles de buenos de recuerdos a los que poco a poco se van añadiendo más y más, cierro los ojos y aprieto los puños con fuerza, un fuerte deseo florece en mi pecho, no quiero que nada ni nadie cambie esto.
Al llegar a mi casa el caos se adueña de mi, los fantasmas de ayer vuelven a aparecer, mil dudas y miedos asaltan a mi alma, la cautivan, la exprimen, la mantean y desasosiegan. Pero me aferro a mis principios e ideales y digo ¡Basta!. He decidido hacer algo al respecto, dejarme de contemplaciones.



Y como ayer prometía, hice una carta de propósitos, como si del día de año nuevo se tratase.
Solo espero poder llevarlos a cabo, todos y cada uno de ellos, cueste lo que cueste.

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