Esta es la historia de dos caminos que se cruzaron hace tres años. El caprichoso y azaroso destino así lo eligió, sin razones aparentes desde el principio conectaron a la perfección.
Sus vidas eran tan semejantes que se comprendían sin palabras,solo con miradas se entendieron y así sin darse cuenta ellas, forjaron una amistad, de esas que se cultivan poco a poco, de las que crecen de forma tan natural que fluye sin más argumentos, sin que te des cuenta.
Se apoyaron la una a la otra en sus momentos más bajos, y fueron fieles compañeras de mil y una batallas libradas en los largos meses de los años que vivieron.
Eran tan diferentes por fuera, pero tan iguales por dentro. Compartían pasiones, aficiones y mil hobbies de los que nunca se cansaron de hablar.
A menudo soñaban despiertas, sobre como serán sus vidas dentro de diez años.
Tenían los mismos miedos, flaqueaban en los mismos puntos débiles, pero aún así siempre se animaban mutuamente.
A menudo tropezaban, pero se levantaban por muy dura que fuera la caida.
Cuantas noches de insomnio compartieron, cómplices del silencio, creadoras del más artístico ruido.
El arte fluía por sus venas sin que ellas se dieran cuenta. Si una de las dos faltaba, ya no era lo mismo.
Compañeras del grito y la libertad, defensoras de lo efímero, rebeldes con o sin causa...
Se comían la noche por muy aburrido que pareciese el plan incial de ataque.
Convertían en especial todo lo ordinario...
Porque así somos tu y yo. No nos hace falta nada más.
Quería ser la primera en felicitarte y decirte que espero que nuestros caminos duren mucho tiempo entrecruzados.
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