Enero ha pasado mucho más rápido de lo que esperaba. 31 días que para mí han sido como 31 segundos.
He de decir que Enero ha sido un mes bastante productivo y enriquecedor en cuanto a mi persona se refiere.
Como en un guión ensayado previamente he tenido días en los que he disfrutado de cada experiencia invernal que la vida me brindaba, y otros en los que he pensado "Mejor que no me hubiera levantado".
Sea como fuere Enero pasa, pero no pasa a hurtadillas no, sino que pasa haciendo el ruido más estrepitoso y enérgico del mundo, enseñándome que la vida es caer y levantar constantemente. Que aunque creamos que nuestros problemas son lo más importante de nuestro pequeño mundo interno, no lo son, siempre hay gente peor ( y mejor pero con la envidia no se come) y que la vida es el mejor regalo que uno puede tener.
Por eso le planté cara a la situación, y decidí sacar mis pinturas de guerra, gritar , saltar y cantar como si el fin del mundo llegará con la madrugada del sábado.
Y una vez más he aprendido que debo serle fiel a mis principios y convicciones, que soy más fuerte de lo que creo.
Y que una vez más me volví a comer la noche al ritmo de los de Sheffield.
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